No es fácil recordar, sin verlas, la posición de 1.472 piezas moviéndose como locas sobre 2.944 casillas durante 21 horas. El «truco» para memorizar dónde está cada una y seguir jugando «a ciegas» radica precisamente en que no corren como locas, sino que mantienen una lógica que hace «más fácil» dibujar en la mente sus trayectorias. Así, hasta 46 tableros «invisibles» a la vez, cifra que permitió al alemán Marc Lang entrar en el libro de los récords el pasado fin de semana. El modesto ajedrecista —2.306 puntos Elo; los cuatro primeros del mundo superan los 2.800 y el número 100 tiene 2.651— superó en Stotheim la vieja plusmarca de Miguel Najdorf, que se enfrentó «sin ojos» a 45 rivales en 1947, en Argentina.
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