Poco podían imaginar los persas, a quienes se les atribuye la invención del ajedrez, que este
juego, que está catalogado como deporte, también se puede parcticar en el campo y con tractores. La idea se le ocurrió a un agricultor de Hinojosa, Carlos Malo, tratando de aunar su afición, el ajedrez, y su oficio, ser agricultor. El objetivo, poner en marcha el ajedrez más grande del mundo y de paso llevar turistas hasta esta pequeña pedanía de Tartanedo, en la comarca de Molina, a 135 kilómetros de distancia de Guadalajara capital, que antaño fue famosa por la producción de jícaras o vasijas, y que hoy trata de espantar el despoblamiento, aferrada a la actividad agraria.
Desde primera hora de la mañana, se han concentrado los tractores a las afueras del pueblo para dirigirse hacia un campo de cebada próxima donde las cosechadoras han dibujado los 64 escaques que componen el tablero natural, dando diferente altura al corte de la paja. Después, a cada lado, se han colocado quince tractores y una cosechadora, que es el Rey de la patida. Para diferenciar cada pieza, los tractres llevan diferentes aperos. Así los caballos son tractores con la pala levantada, los alfiles llevan una vertedera, o los peones van sin apero añadido.
A las 11.30 horas, ha comenzado la partida de ajedrez que manejan dos jugadores finalistas en un torneo previo celebrado el día anterior. Mientras, un globo aerostático amarrado, permite a muchos de los visitantes alzarse sobre este singular tablero para contemplar las jugadas desde el aire, aunque el viento no está dejando realizar muchas ascensiones.
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Hace 27 minutos.
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