Nona Gaprindashvili, nacida en Zugdidi, Georgia hace 72 años, es una de las grandes leyendas del milenario juego; el peso de su trayectoria no sólo se sostiene por sus éxitos frente al tablero y la calidad de sus conquistas, sino también por su aporte a la popularidad y el desarrollo del ajedrez femenino. Durante 16 años (1962-1978) Gaprindashvili mantuvo su reinado entre las ajedrecistas, y en 1978, se convirtió en la primera mujer que obtuvo el título de gran maestro masculino. Acaso, su innata pasión por el ajedrez es producto del linaje de su patria; un país con tradición y cultura ajedrecística, desde los tiempos en los que Tamara de Georgia, reina medieval que gobernó entre 1184 y 1213 y fuerte aficionada al juego ciencia, dispuso que toda dote nupcial debía incluir el regalo de un tablero de ajedrez para la mujer.
En la Argentina se sabe que el juego de ajedrez llegó durante el siglo XVII, que doscientos años más tarde comenzó su práctica en los bares y luego nacieron los primeros clubes. Que recién en 1938 se organizó el primer campeonato argentino femenino, que no fue con fines integradores o por la explosión de la popularidad del juego entre las mujeres, sino por la necesidad de cumplir con un requisito de la federación internacional (FIDE). Es que la Argentina había sido designada como sede organizadora de la olimpíada (Copa de las Naciones) en 1939 y de manera paralela a esa prueba debía disputarse el campeonato mundial femenino. Por eso un año antes se puso en marcha en el país el proyecto de captar mayor interés entre las mujeres en la práctica del ajedrez.
Desde entonces varias ajedrecistas establecieron marcas y varias hazañas en sus enfrentamientos con maestros; algunas inscribieron sus nombres como referentes de la actividad durante algunos años. De los reinados más sobresalientes de la historia del ajedrez femenino de la Argentina, se destacaron: Dora Trepat de Navarro (ganadora de 8 campeonatos argentinos de mujeres; 1938/39/40/41/42/59/60/64), Paulette Schwartzman (1948/49/50/52), Celia Boudet de Moschini (1953/57/58/62/63/68), Julia Arias (1974/75/76/77), Edith Soppe (1979/80/81) y Liliana Burijovich (1986/90/91/99/2003).
Sin embargo la aparición de una nueva reina pateó el tablero; sobre el final del siglo XX, la fragancia de un flamante perfume de mujer sedujo al ajedrez argentino para siempre; el 26 de agosto de 1970 nació en el barrio de La Boca, Claudia Noemí Amura; hija de Luis y Bersabet Gramajo, una niña a la que desde pequeña la acompañaron los éxitos y las grandes proezas; los especialistas la señalaron como la mejor ajedrecista femenina de la historia vernácula. La Nona del ajedrez argentino como la bautizaron sus colegas.
Es que en los tiempos en los que Internet era apenas una utopía para los medios de prensa del mundo, su nombre y figura era noticia en los diarios, revistas, radios y canales de TV. Cuando Amura logró la medalla de plata, por su actuación en el 1er tablero de la Argentina, en la olimpíada de Novi Sad, en 1990, la información fue transmitida al país a través de teletipo.
Para comprender hasta dónde elevó Amura la vara de sus logros y conquistas, bastará este pequeño repaso: Conquistó 4 campeonatos argentinos superiores de mujeres (1985, 1987, 1988 y 1989), en seis ocasiones obtuvo el campeonato sudamericano femenino(1990, 1992, 1994, 1996, 1998 y 1999), ganó el Panamericano de 1997, el Memorial Capablanca 1990 y Memorial Edith Soppe 2012, y muchos más. Entre 1988 y 2012 participó en el equipo de mujeres en 8 olimpíadas de ajedrez representando a la Argentina. En competencia con varones, se adjudicó el abierto Grand Prix de Bs. As., en 1990 y el campeonato metropolitano 1992. Es la única mujer que jugó tres finales de campeonatos argentinos de varones. Y en sus duelos con campeones mundiales se enfrentó con: Mihail Tal, Garry Kasparov, Anatoly Karpov, Ruslan Ponomariov, Susan Polgar, Xie Jun, Nona Gaprindashvili (a la que venció en Novi Sad) y Antoaneta Stefanova. Por todo ello Claudia Amura fue la 1ª ajedrecista mujer iberoamericana que obtuvo el título de gran maestro femenino, reconocida luego, como la N°1 de América y llegó a ser la N° 12 del ranking mundial femenino. Desde 2012 posee el título de maestro internacional masculino. Sin dudas toda una hazaña.
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