Phiona Mutesi es una sobreviviente ugandesa y este deporte le permitió forjarse espiritualmente, en medio de carencias extremas; "Descubrí que los deseos del corazón son los sueños que se cumplen", dice; hoy es la 2da jugadora de su país. Por Carlos Ilardo.
Phiona Mutesi |
Esta crónica sabe de lágrimas, sudor y sangre; su trama lleva la impronta del misticismo y la redención de un soneto borgiano: Dios mueve al jugador, y éste la pieza. Es la lucha de una sobreviviente ugandesa, que con fe cristiana y el ajedrez como fetiche, desafió su destino patibulario en suelo africano.
Phiona Mutesi es una niña que nació sin culpas ni remordimientos; con la piel negra, la sonrisa blanca, los ojos sin lágrimas y el rostro labrado, acaso, por la impotencia y la desesperación. Iletrada, no sabe, no contesta, si se le consulta por su edad o fecha de cumpleaños. Con edad de los primeros rubores posee una virtud: puede construir sueños frente a un tablero de ajedrez.
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