MÉXICO, D.F. (apro).- Quienes usamos y compartimos la idea del software libre y abierto, nos topamos con quienes simplemente no entienden cómo es que uno “regala” su trabajo.
La realidad es que es una cuestión de creer en que la idea es correcta y “regalar” el trabajo (asunto que estrictamente pudiese ser cierto), no es tan lamentable ni grave como a más de uno le pudiese parecer. De hecho, Donald Knuth, una de las vacas sagradas del cómputo ha dicho ya en alguna ocasión que todos estamos obligados a hacer algo por nuestras comunidades, por el lugar donde vivimos.
Los programadores pueden donar su código y eso es una manera de agradecer los beneficios recibidos en nuestras existencias. Cada quien, desde su reducto, está obligado a hacer de este mundo algo mejor.
Knuth es el primero en aplicar esta idea y su sistema de tipografía TeX, es libre y gratuito. Es de código abierto y hoy por hoy es el estándar en sistemas de tipografía para libros de matemáticas. TeX tiene ya sus años y se ha desarrollado extraordinariamente con una serie de herramientas para quienes tienen que formar libros científicos. Así pues, aparte de la obra maestra de Knuth (The Art of Computer Programming – una serie de libros sobre cómputo), tenemos a TeX, entre tantas cosas que ha hecho este personaje por el cómputo mundial.
En el software libre, abierto, en donde en general incluso se entrega el código fuente, tenemos la posibilidad de aprender de lo que otros ya han hecho. Esto me hace pensar en el ajedrez: gracias a quienes escriben de las partidas de otros, que las analizan, que hacen colecciones de posiciones de táctica, de ejercicios para mejorar en nuestra comprensión ajedrecística, entonces aprendemos.
No tiene sentido pretender inventar el hilo negro, aprender todo desde cero, sin ayuda. No nos alcanzaría una vida en ese sentido. Hay que sacar ventaja de que otros ya han hecho el trabajo y se han tomado la molestia de explicarnos muchas cosas que nos permiten avanzar más rápidamente.
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