Hace 25 años, cuando la política era capaz de dividir al mundo en dos, y los muros y cortinas opresores comenzaban a resquebrajarse por el peso específico de la palabra libertad, el libro dorado del ajedrez escribió una de sus últimas páginas y, acaso, la más recordada: el 9 de noviembre de 1985, la sala de concierto Tchaicovsky en Moscú fue testigo incólume de la consagración del campeón mundial más joven de la historia del ajedrez. Un chico azerbaijano, de 22 años, de nombre Garik Weinstein pero popularmente conocido como Garry Kasparov, lograba destronar después diez años ininterrumpidos de reinado a su archirrival, el ruso Anatoly Karpov, de 34, tras un duelo que tuvo en vilo a propios y extraños durante casi quince meses. Es que previamente, entre el 10 de septiembre de 1984 y el 9 de febrero de 1985, ambos jugadores habían protagonizaron una patética y bochornosa definición, que fue suspendida después de 48 partidas -ganaba Karpov 5 a 3-, y que se dispuso reanudarla, con el marcador 0 a 0, a partir del 3 de septiembre de ese año.
Nota completa en Canchallena
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(
Atom
)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario