La quinta ronda del Torneo de San Petersburgo 1895/96 vió las dos primeras tablas de la competición.
Pero no se dieron este tipo de empates insulsos con los que los ajedrecistas de la élite actual nos premian y lamentablemente con bastante frecuencia, a los grandes aficionados.
En aquella época, ¡habían nobles caballeros!. Los que organizaban porque dejaban claro a los maestros lo que se pretendía de ellos (ver F.I.D.E.) y los maestros porque bajo ningún concepto se sentaban a jugar ante el tablero con “miedo” a perder.
Con ese talante preestablecido, el espíritu de lucha y por ello, el espectáculo, estaba garantizado (!?).
Antes de pasar a ver una de estas partidas, me pregunto qué ocurriría si a cualquiera de aquellos cuatro divos de antaño, Steinitz, Lasker, Pillsbury o Chigorin le procuraran de las computadoras y de las grandes bases de datos de la actualidad.
Con el espíritu combativo que poseían, aparte claro está de su talento natural, me parece a mi que la élite del ajedrez actual lo iba a pasar ¡canuta!.
Vean ahora aquel “disparatado empate” entre Pillsbury y Steinitz de la quinta ronda de San Petersburgo 1895/96, una partida sin duda, no apta para cardiacos, que ambientaremos primero con una nueva postal del Convento de Alejandro Nevsky, antiguo monasterio con varias iglesias y cementerios de los personajes ilustres de la cultura rusa (escritores, compositores…).
Angel Jiménez Arteaga
http://www.ajedreztenerife.com
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