En el Torneo de San Petersburgo 1895/96, Mikhail Chigorin lamentablemente acababa la tercera vuelta de la competición (justo el ecuador del certamen) en último lugar.
Sin embargo en la partida de la novena ronda que vamos a ver a continuación frente al líder, el norteamericano Harry Nelson Pillsbury, gozó de auténtica mala suerte.
Se comentó en aquella época que organizar, al tiempo que jugar, un torneo de tal envergadura le pasó factura.
A lo largo de la historia muchas veces han tenido los propios ajedrecistas implicados que buscarse el sustento de esta forma.
Para que vivir del arte sea “rentable” hay que estar siempre detrás de los grandes mecenas, que en muchos casos, desconocen el tremendo esfuerzo que supone, por ejemplo, pintar un gran cuadro, componer una bonita sinfonía o disputar a un gran nivel, una partida de ajedrez.
¡Son los gajes del oficio!.
Antes de pasar a ver el cotejo mencionado, observemos seguidamente otra postal antigua del Palacio Anichkov de San Petersburgo, que en el S. XIX fue lugar de recepciones oficiales, bailes y de residencia real.
Angel Jiménez Arteaga
http://www.ajedreztenerife.com
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