¡Cuántas veces vemos partidas como la que sigue!.
El maestro más fuerte se limita a esperar a que su rival afloje y entonces va y vence, casi sin despeinarse (!?).Así ocurrió en la partida de la quinta ronda del Torneo de Nuremberg 1896, entre Porges y Chigorin.
Lo cierto es que Porges primero reculó con su caballo sin sentido y luego comprometió el otro más de la cuenta.
De esta manera Chigorin con su victoria se colocaba (¡cómo no!) en los puestos de cabeza del certamen.
Antes de pasar a desarrollar su cotejo, veamos una foto suya de una “exhibición a la ciega”.
Angel Jiménez Arteagahttp://www.ajedreztenerife.com
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