Dos inteligencias sobrehumanas volcadas sobre un tablero de ajedrez para luchar por la supremacía.
Así vivió el mundo en 1972 el duelo entre los mejores jugadores de ajedrez, que simbolizaban el enfrentamiento de las dos superpotencias. Fischer contra Spassky, duelo de titanes.
Era la época de la disuasión nuclear, de los misiles intercontinentales y el teléfono rojo. Años en los que no parecía descartable un enfrentamiento nuclear entre USA y la URSS, con la mutua destrucción asegurada. El antagonismo entre las superpotencias elevaba el termómetro en aquel verano de 1972 y la tensión que amenazaba con llevárselo todo por delante acabó por estallar de la forma más incruenta que pueda imaginarse: en un tablero de ajedrez.
Aquel verano el mundo vivió pendiente de uno de los lugares menos calurosos de la Tierra: Islandia, la solitaria isla ártica. Una isla fría solo en apariencia, ya se sabe que los géiseres pueden elevarse con una furia fenomenal. Algo así ocurrió en Reijkyavik, su capital, la ciudad que había conseguido ganar una millonaria subasta por la celebración de la final del campeonato mundial de ajedrez. Había puesto 125.000 dólares sobre la mesa, una cantidad inaudita para la época y para el ajedrez.
Pero es que aquella final era algo más que un encuentro entre dos grandes mentes. Por primera vez en la historia un ajedrecista estadounidense, un joven excéntrico llamado Booby Fischer, se había ganado el derecho a disputar el título mundial al conseguir superar las complicadas fases eliminatorias tras las que solo podía sobrevivir un aspirante.
miércoles, 11 de julio de 2012
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