Al término de la décimotercera ronda el torneo de Hastings de 1895, se llegaba a otra merecida jornada de descanso.
Antes, se había visto una bonita y disputada partida entre Chigorin y Steinitz.
El excampeón del mundo, con negras, se enfrentaba a su rival de antaño y de nuevo lo terminaría derrotando.
Cierto es que tuvo un poco de suerte, pero el modo en que Steinitz fue capaz de predecir el tipo de final resultante, favorable para sus intereses, merece todos los elogios.
Angel Jiménez Arteaga
http://www.ajedreztenerife.com
No hay comentarios. :
Publicar un comentario