martes, 26 de julio de 2011

Querer es poder - Chigorin vs Pillsbury (1895)

Esta frase sobre la que versaremos la crónica de la segunda ronda del “Supertorneo de San Petersburgo 1895/96” también valdría para la actual F.I.D.E. que dirigen, pese a todo lo ya sucedido, Ilyumzhínov y Makropoulos.
Si quiere, la F.I.D.E. puede cambiar las normas (!?) y permitir que las partidas de los torneos clasificatorios y matches mundiales se jueguen “a cara de perro” y a ritmo clásico y luego, aplicar ideas como la recientemente manifestada por el gran maestro Kasimdzhanov, incluso con matices (!?).
¿No se valora por un jurado lo que hacen los mejores gimnastas del mundo?.
Pues perfectamente a todo esto que dice Kasimdzhanov, se podría buscar también una manera de calificar las tablas disputadas al máximo nivel (yo siempre hablo de la super-élite del tablero) por ejemplo dentro de una banda numérica que vaya de 0 (derrota) a 3 puntos (victoria) por partida, dependiendo de la brillantez de la misma (!?).
Así, por ejemplo, unas tablas en 8 jugadas, casi seguro que merecerían ½ punto. Unas tablas en 40 posiblemente añadirían al marcador un 1½  a cada ajedrecista y a lo mejor, unas tablas en 88, valdrían 2 puntos (!?). ¡Que lo decida un jurado!.
Encima hoy en día tendríamos del lado de ese comité de expertos el veredicto de las computadoras con los principales módulos informáticos de ajedrez, que podrían “objetivamente” ayudar a la hora de evaluar el resultado de un empate (algo así como tener a disposición del jurado una especie de ¡ojo del halcón! que se usa ya el tenis).
Eso sí, la victoria, se calificaría indefectiblemente con 3 puntos para el vencedor y la derrota con 0 punto para el derrotado. ¡No queda otra!.
Aunque se haya conseguido por un golpe de suerte o por un grave error del contrario, inmediatamente castigado, como sucedió en la partida que sigue entre Chigorin y Pillsbury.
El genial campeón norteamericano ideó desde el principio un profundo plan de juego para actuar por la columna “g” con sus dos torres.
Y como querer es poder, Pillsbury quiso y aunque fuera por un golpe de suerte, pudo!.
Antes de ver la partida ambientémonos primero en una vieja postal de aquella época de San Petersburgo, que muestra a suPlaza del Palacio, enorme monumento a la victoria rusa contra Napoleón Bonaparte, que tiene en su centro la llamada Columna de Alejandro, nombrada así por el emperador Alejandro I que gobernó Rusia entre 1801 y 1825, construida con “granito rojo”, la más alta de su tipo en el mundo, con 47,5 metros de altura y más de 600 toneladas de peso (!?).
Angel Jiménez Arteaga
http://www.ajedreztenerife.com

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