Y llegó la décima ronda del Torneo de Hastings 1895.
El evento estaba programado a 21 ruedas (!?). En aquellos tiempos los ajedrecistas no nacían cansados, ¡como nacen hoy en día!.
Y había seriedad por parte de los organizadores para hacer un torneo como Dios manda!.
Se trataba de ver quién era el más fuerte y para eso medían con el suficiente “margen de error” la destreza, sobre el tablero, de los ajedrecistas.
Da la sensación de que en este trajín de mundo en el que vivimos, se pierden los “valores básicos” a la hora de hacer las cosas bien hechas!.
Que alguien por favor le traduzca ésto a los señores Ilyumzhínov y Makropoulos, máximos dirigentes de la F.I.D.E. .
Aquella décima ronda del Torneo de Hastings 1895, será recordada por el ¡primer premio de belleza! del evento. La partida Steinitz-von Bardeleben fue la galardonada.
Hoy en día ni hay premios de belleza ni nada. ¡Qué falta de cultura ajedrecística, Dios mío!.
En la biblia de Kaspárov (“Mis geniales predecesores” – Tomo 1) y no podía ser menos, sale perfectamente aquella gran partida, ¡bien comentada!.
Yo quisiera recordar aquí mi crónica que habla sobre la misma con una bonita anécdota. ¡A quién le amarga un dulce!. Desde luego a Steinitz, no:
Para hoy, hemos seleccionado la victoria de Pillsbury sobre Mason porque eso significó que a la llegada al ecuador del torneo, Pillsbury alcanzase a Chigorin.
Nada mejor que recordar ahora, antes de terminar la crónica, cómo estaba la clasificación del certamen en aquellos momentos, tras la décima ronda:
1. Chigorin 8 ½
2. Pillsbury 8 ½
3. von Bardeleben 7 ½
4. Lasker 7 ½
5. Schiffers 6 ½
6. Bird 6
7. Walbrodt 6
8. Steinitz 5 ½
9. Teichmann 5 ½
10. Tarrasch 5
11. Pollock 4 ½
12. Schlechter 4 ½
13. Gunsberg 4 ½
14. Tinsley 4
15. Blackburne 4
16. Mason 4
17. Marco 4
18. Mieses 3 ½
19. Burn 3 ½
20. Janowski 3 ½
21. Albin 3
22. Vergani 1.
Angel Jiménez Arteaga
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